30 agosto 2013

Materia oscura hecha de vacíos.

Carta a todas nuestras catástrofes.

Hemos construido una historia. Hace poco estuve pensando si de verdad mis maniobras valdrían para sostenernos, para no dejarnos caer. Y no. Se que te cansaste de romper ventanas, que el grito dejó de envolverte como a mi. Te cansaste de aquel 1999.

Hoy he vuelto allí, y gritar sin ti no es igual que gritar contigo. El tiempo ha borrado tus faltas de ortografía en aquellos bancos. Aquellos hierros se han oxidado. Y nosotros con ellos.

Hoy, seis años después, reaparezco, con un peinado extraño y fumando demasiado para convencerme de que algo puede enganchar más que tus labios. Te cuento mis historias, mis cuentos chinos. Te cuento que conocí a alguien bastante loco que decía ser Phill Collins, que mi ático es pequeño y que todo lo que fui, acabó siendo nada, porque ya no seguías ahí. Resumí mi vida en el tiempo en el que te manchabas los labios de café. Después me miraste, y soltaste una risa sarcástica. Mi cuchara temblaba. Entonces entendí que alguien te había ajustado de nuevo, que mis recuerdos solo eran cenizas. 

Y volaron.

Y ahora sí que te reirás: volvería a repetirlo. Esta vez sin gritos, sin conciertos, sin asaltos.
Me presentaría bajo tu balcón, a las tres, rompiendo ventanas de tu bloque para decirte que no habrá mas reproches. Te mostraría que lo mío es real. Porque, ¿sabes? el miedo al fin cedió.
Solamente tú y yo. Dos satélites de alta trayectoria. Dos colores entre sombras. Dos estúpidos con los que no se pueden mediar. Dos seres únicos. Dispersos, vulnerables, inestables. 

Y vivir como siempre quisimos. Sin nada que nos hunda. Siendo gritos y cristal, siendo el punto medio. Gritando en las azoteas 'te amo' a las tres menos cuarto, y echarle la culpa al viento solar, dejar que los manteles vuelen, que Madelmans haga slalom por mi cuello, dejar que al aire se lleve nuestros misterios. Vivir en un mundo aparte, retroceder. Dejar que nuestras noches se hagan reversibles, volver a disfrutarlo todo, pero con un placer más intenso.

Vivir los días no vividos.



Dormir juntos cada noche, y que se funda el mundo al oírnos bostezar.

Fdo: Marlene, tu niña imantada.